Salvaje y mal herido
va el doncel solitario
por el Puente de Vallecas
al desaparecer el madroño y el nardo.
La capa ya no es la misma
como cuando tenía veinte años
ya que esta roída por las ratas y los ratones
que deambulaban a su antojo
entre los sótanos y su despacho.
Al efebo se le ve angustiado y atormentado
aunque intenta
cuando actúa
que sus alas de color carmesí y oro
aún las exhibe en el camerino
al terminar su representación
sobre el escenario.
C. C. R.
29 de Agosto 2020